Llega el frío y para quienes venimos de países más cálidos se presenta la gran incógnita: ¿cómo calefaccionamos correctamente nuestros hogares? Una preocupación típicamente alemana, que podrás ya conocer si te has leído el anexo sobre «richtig heizen und lüften» que forma parte de cualquier contrato de alquiler.

Y es que no sólo se trata de ahorrar energía, con su consecuente ahorro económico y ecológico. Una buena estrategia de calefacción y aireo de nuestras casas nos protege de la aparición del tan temido moho («Schimmel«).

Cómo se forma el moho

El moho crece con el vapor de agua que diariamente creamos dentro de nuestros hogares al ducharnos, cocinar, respirar o sudar. Para evitar su aparición, debemos controlar que la humedad relativa en el interior de nuestra casa no sobrepase el 60%.

El moho se puede alojar en materiales orgánicos como el papel tapiz que aún tienen muchísimos pisos en Berlín (y que descubren muchas personas cuando están haciendo reformas). Los lugares típicos donde se forma el moho son, las cajas de persianas, los marcos de las ventanas, las esquinas de las habitaciones y el sótano.

Cada día, en un hogar de 4 personas, se generan el promedio 12 litros de agua (!). Esta humedad en forma de vapor de agua debe sacarse de los ambientes. Para eso, tenemos que combinar dos estrategias: airear y calefaccionar correctamente.  Porque cuando el aire caliente se enfría en paredes frías,  absorbe menos humedad, la que comienza a acumularse en las paredes pudiendo causar moho.

1. AIREAR

Cada día debemos airear nuestra casa entre 2 a 4 veces al día. La forma más eficiente de hacerlo es abriendo las ventanas del todo, entre 5 y 10 minutos cada vez, haciendo que se genere una corriente que renueve rápidamente el aire del interior del hogar. Importantísimo: en los meses más fríos del año tenemos que reducir el aireo a sólo 2 veces al día y sólo 1/2 minutos cada vez. Si no, dejamos que las paredes se enfríen demasiado y volvemos a arriesgar la aparición del moho.

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Para muchas personas la idea de abrir las ventanas de par en par en el invierno suena contraintuitiva, pero la alternativa de dejar las ventanas parcialmente abiertas por arriba («auf Kipp«) no es nada eficiente. Reemplazar el aire del interior de la habitación lleva mucho más tiempo (hasta 75 minutos!) y en menor proporción (10 veces menos que con una corriente de aire de 5 minutos). Las paredes se enfrían demasiado corriendo riesgo de que se reproduzca la humedad . Además, volver a calentar paredes enfriadas convella un enorme gasto energético, con costes y emisión de CO2 muy eleveados.

En la habitación es importante airear apenas nos levantamos, mientras nuestras sábanas y ropas de cama todavía están calientes.

El baño y la cocina, los lugares donde se reune más humedad, es importante airear más seguido y siempre inmediatamente después de la ducha o la cocción. También los ambientes que tienen muchas plantas necesitan regularmente de mayor aireo.

Desde luego: mientras aireamos las calefacciones tienen que estar apagadas!

2. CALEFACCIONAR

La temperatura correcta dentro de nuestros pisos juega un rol muy importante no sólo para nuestro comfort o «Wohlfühlen«, si no también para el ahorro económico, ecológico y la prevención en la aparición de hongos.

Cada habitación según su uso tiene una temperatura ideal, que podemos calcular fácilmente con los números de nuestros radiadores, que representan intervalos de 4º C cada posición, comenzando por 12º C en el número 1 (2: 16º / 3: 20º / 4: 24º / 5:28º)

  • Dormitorio: 16º C (radiador en 2)
  • Salón: 20º C (radiador en 3)
  • Cocina: 20º C (radiador en 3)
  • Baño: 23º C (radiador en 3,3)

Lo más eficiente es mantener una temperatura constante durante todo el día (20º C) y toda la noche (16º). El sobrecalentamiento no sólo resulta mucho más caro (el coste incrementa 6% por cada +1ºC) y genera mucho más CO2, sino que además seca demasiado los ambientes ocasionando problemas en las vías respiratorias, y resecando membranas y mucosas. Dejar que los ambientes se enfríen por debajo de los 14º C tampoco es conveniente, ya que volver a calentar conlleva demasiado esfuerzo energético.

Tu modo de calefaccionar te pasará factura cada año, cuando recibas los «Heizkostenabrechnung» o ajustes de cuentas sobre tu consumo real de la calefacción. Desde luego que si el inverno fue corto y benévolo te devolverán dinero; mientras que en los inviernos largos y duros se suele pagar más. Pero prestando atención a estos tips que te hemos compartido podrás tener mayor control sobre ellos.

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